Mi cuñado me dió el otro día un hoja de períodico arrancada de EL PAIS, SALUD (12-5-07).
Lo leí, lo leyó Tirso y hoy quiero compartirlo. Además de interesante, es vital para nosotros, al menos para mí, porque cuando la última gota colma el vaso, tengo la sensación que en vez de un hijo tengo a un tirano, y eso amigo mío, hay que tratarlo.
Somos padres, somos humanos, podemos errar y podemos acertar, lo que sí está claro es que quien manda en casa somos nosotros, y eso es lo que hay que dejarle claro, con amor, pero claro.
Es largo, pondré trozos sueltos del reportaje, espero os interese y os ayude como a mí. Quizás hoy no es tu momento, pero guárdatelo, quizás algún día lo necesites.
"Educar significa poner normas y establecer límites. Con amor y flexibilidad, pero límites claros que permitan a los niños adaptarse a las exigencias de la vida en sociedad. Pero poner límites requiere esfuerzo y constancia. Tan perjudicial es para el niño la educación excesivamente represora como la excesivamente permisiva. Después de años de rigor, el riesgo es ahora la laxitud".
"La ley del péndulo ha llevado, en una o dos generaciones, de una educiación excesivamente autoritaria a otra excesivamente permisiva. Los niños que no han tenido límites claros tienen más posibilidades de vivir una adolescencia conflictiva. La labor de los padres consiste en ayudar a sus hijos a controlar sus impulsos para que puedan convivir con los demás. La permisividad es más cómoda pero no ayuda al niño. Se trata de inhibir los impulsos inconvenientes sin anular la creatividad del niño".
"Establecer límites significa, pues, poner normas y hacerlo de tal modo que el niño pueda encontrar una gratificación al seguirlas. A los niños no les gustan... en los momentos en que es importante establecer una disciplina además de detestar las normas, los niños nos detestan a nosotros. Les resulta muy difícil distinguir entre lo que somos y lo que hacemos."
"Algunos padres no soportan verse como malos a los ojos de sus hijos. Necesitan sentirse amados en todo momento. Lo cual crea una dependencia inversa: la del progenitor hacia el niño, algo que él percibe y que puede intentar instrumentalizar . Los padres han de saber que es normal que los niños reaccionesn mal cuando se les pone límites, pero ese sentimiento, que a veces pueder ser incluso virulento, es pasajero. luego estarán contentos, porque también los niños se sienten más seguros cuando las reglas están claras".
"Por naturaleza, el niño tenderá a buscar el ímite y si no lo encuentra, irá cada vez más lejos en su conducta. La vida es como un ring rodeado de una cuerda. El niño puede saltar y bailar en su interior. En algún momento intentará desbordar los límites. Si la cuerda no es firme, o si en lugar de la cuerda encuentra una goma, el niño la estirará en busca del límite, y si se estira mucho acabará cayendo del ring."
"Encontrar un buen equilibrio es el reto. Los padres han de ser capaces de comunicarle ilusión, deseo y aprobación, pero también de reñirlo, frustrarlo y además resistir el fastidio de sertirse responsables de la privación y la infelicidad que eso causa al niño".
"A veces los padres ceden a las rabietas de los niños y no mantienen los límites porque se sienten culpables de no ocuparse suficiente de ellos, y eso les crea angustia. El niño aprende que acabará cediendo. Tampoco es bueno establecer límites variables por coveniencia y romperlos luego también por conveniencia. Los niños lo notan, ellos aprenden tanto por lo que se les dice como por lo que ven. Por eso es tan importante que los que los adultos dicen concuerde con lo que hacen y sienten. Y por tanto, que crean de verdad que ponerle límites es bueno para el hijo".
El pasado fin de semana puse mi primer castigo y lo cumplí a pesar de que tenía "algo roto" por dentro. Mi actitud durante esta semana ha cambiado (menos explicaciones y hacer las cosas con serenidad y firmeza), la suya también y lo mas importante es que me siento fuerte, porque YO CONTROLO, y no un micaco de 3 años.
Hay temporadas, lo se, nos queda mucho por compartir, pero cada vez que flojee volveré a leerlo para coger impulso y volver a empezar....nunca es tarde.
Un beso. Elena.